miércoles, 2 de enero de 2013

Ahora mismo yo también soy Natalia Martín Lombardía...



   No quiero que te falten las fuerzas nunca. No quiero que sufras, ni quiero plantearme jamás que no saldrás victoriosa de todas tus batallas.

   Entiendo cada palabra que dices y aunque yo tampoco terminara nunca filología hispánica, jamás he dejado de escribir. Es la forma que tengo de dar rienda suelta a los espasmos del corazón vivo que palpita. He escrito cartas de despedida que ni me planteaba mandar. He escrito cartas de amor prohibido, sobre todo por mi mismo. He escrito versos que solo rimaron en mi cabeza y relatos sobre metáforas que muy pocas personas adivinan. He escrito para que no me entendieran porque en ocasiones no tuve el valor de entenderme. O de respetarme. O de quererme.

   No entiendo éste mundo sin personas como tú, así que te pido por favor que continúes dejando el poder que tienen palabras como cáncer o tumor a la altura del betún. Del betún de tus zapatos, rojos y de charol... seguro que bailando sobre un destino de baldosas amarillas.

   Porque eres un remolino de cultura pop, art déco y coplas, ahora si con la voz rasgada de quebrantos. Porque tienes una mirada que penetra sin necesidad si quiera de tener pestañas. Porque arañas, con tus fuerzas y tus ganas. Y nos dejas sin palabras, sin excusas, sin aliento.

   No quiero que me nuble la gente sin sueños.

   No quiero despedidas, ni silencios incómodos. Ni puedo entender como hay personas que son capaces de  olvidar. Olvidar siempre lleva implícito una renuncia. Si olvidamos, renunciamos a una parte que nos compuso, algo que permitió que ahora seamos lo que somos.

   Recuerdo cómo hace un tiempo me consolabas cuando llorando casi te pedía perdón porque no sabía si podría estar a la altura de tus circunstancias. ¡Qué egoísta!. Eras tu la que tenías que estarlo y lo estuviste... y lo estarás. Mientras tu luchas y luchas, y sueñas, y sigues luchando... yo me derrumbo cómo un castillo de cartas, sufriendo como míos todos tus posibles daños.

   Y pienso en ti y a la vez en la gente que me rodea. Y pensar en ti hace que nunca deje sin decir una palabra amable a quienes me hacen sentir vivo. Y pienso en ti y me acuerdo de personas que se fueron para siempre y me duele tanto su vacío que estallo por dentro y nada, nada puede consolarme. Y pienso en ti y me da tanta rabia la distancia que me separa de personas que me hacen tanta falta... pero decidieron irse.

    Te mando fuerzas casi todo el tiempo... en ocasiones también te las suplico. La mayoría de la gente no entiende que "mis caritas sonrientes" existen por haber vivido precisamente momentos muy duros. Esos en los que la soledad de un universo inmeso y a la vez tan pequeño como una habitación, hacen que te plantees una y otra vez todo, en un eterno retorno doloroso.
 
   Ahora mismo yo también soy Natalia Martín Lombardía... y es un auténtico orgullo.

1 comentario:

  1. Somos muchos los orgullosos de ser Natalia Martin Lombardia, muchos los que pensamos en ti y muchos los que nos unimos a ese sentimiento de rabia ,alegria y esperanza. Porque eres un ejemplo a seguir y porque seguimos creyendo en ti,mi corazon andante,nunca dejes de andar y crecer como TU solamente sabes!!

    ResponderEliminar