miércoles, 28 de marzo de 2012

una pequeña hoja de un Ginkgo



   La primavera estaba llena de nostalgias para una pequeña hoja de un Ginkgo. Verde, en forma de abanico, iba logrando poco a poco encontrar su sitio en aquel árbol centenario, único y sin antepasados.

    -Las hojas del Ginkgo tienen como cierta característica especial que se agrupan de dos en dos , o de tres en tres. Como si una protegiera a otra. Como si fuera casi imprescindible esa complicidad para lograr superar el invierno.

   Desde su rama iba comprobando como la hoja con la que compartía la fotosíntesis en los últimos meses, se alejaba. Ya le habían dicho, alguien le contó. Se oyó en un rumor de viento que pronto estaría un poco mas allá de la rama. Cerca pero ya no tallo con tallo como antes. Y la pequeña hoja por un instante pensó que ese árbol a lo mejor no era el suyo del todo. Pero una mañana, tras una gota de rocío (-¡qué bien sienta una gota de rocío!), entendió que la otra hoja debía continuar su viaje hacia la punta de la rama. No obstante son las hojas grandes y sanas, las que al llegar a la punta, modelan la copa del árbol a su antojo. Y se sintió feliz. ¡Hasta hizo clorofila!. Y con una navaja escribió sobre el tronco de aquel vetusto árbol una frase para que la otra hoja lo viera.

   " Hoy, al no verte al lado, por un momento no he sabido como encontrar la luz del sol. Soy solo una hoja que si en algún otoño cae, se irá sin mas, conforme. Pero al ver el espacio entre nosotros en ésta misma rama, te he echado de menos. No sé como explicártelo... soy solo una hoja." 
   

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