martes, 21 de febrero de 2012

Aristófanes, peras y manzanas

   Cuenta Aristófanes en la obra "El Banquete" de Platón que originariamente había seres humanos de tres sexos diferentes. Hombre, mujer y andrógino. En ese momento el hombre fisicamente no era como lo es hoy y se formaba de un cuerpo redondo con cuatro brazos, cuatro piernas, una sola cabeza y dos rostros. Quedando siempre uno opuesto al otro. Podía resultar que un lado fuera un hombre y su opuesto/complementario otro hombre, que lo fueran dos mujeres o bien un hombre y una mujer. El andrógino.
   Todo iba bien hasta que como siempre en época de Zeus, el hombre se ve tan poderoso que decide desafiar a los dioses. Puestos ellos a deliberar, el propio Zeus decide que como castigo cortará a todos los seres humanos por la mitad, quedando sostenidos cada uno sobre dos piernas y ordenando a Apolo, volver sus rostros sobre el corte. Y juntando éste todas las pieles sobrantes en el vientre, lo anudó con un cordel, creando el ombligo. El castigo supone que el ser humano se ve en la necesidad de buscar y unirse con su otra mitad pero es inútil, y muere entre abrazos imperfectos con su otra mitad. Compadecido Zeus vuelve a ordenar a Apolo que coloque sus genitales en la parte frontal con lo que permite la unión completa del ser humano, asegurándose así la regeneración de la especie si se encontraban un hombre y una mujer (el antiguo andrógino). O por lo menos el placer de la unión, si lo hacían un hombre y otro hombre, o una mujer y otra mujer. Con la amenaza de que si seguían en su empeño de conspirar contra los dioses, volvería a cortarlos por la mitad haciéndoles desplazarse a saltos sobre una sola pierna.
   Aristófanes concluye que por ende, el hombre que procede de aquel ser andrógino primitivo tiene una inclinación natural a unirse con la mujer y viceversa. En la que aúna placer y engendramiento. Por el contrario si el hombre procede del hombre primitivo buscará su otra mitad en otro hombre, y si era mujer en otra mujer. No por desvergüenza si no por audacia en la búsqueda de lo idéntico. En la hombría o feminidad de abrazar lo similar a ellos sin pensar en la procreación.
   Es desde entonces que todos buscamos incesantes esa otra mitad que nos compone -nuestra media naranja.


P.D: siempre es un placer entrar en tu pequeño mundo similar http://ayopiensaveces.wordpress.com/
y aprender. :)

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