Hoy que el tiempo me devuelve a un lugar que no quiero que exista. Que me lleva al pasado que no olvido aunque quisiera. Que no quiero olvidar. Hoy, amigo mio, eterna sonrisa que se me clava tan adentro que lloro de la peor forma que existe. Lloro sin lágrimas. Lloro seco porque el dolor que me produce tu ausencia es tan grande que no puede traducirse en nada. Ni siquiera en lágrimas. Porque no encuentro consuelo en nada ni en nadie. Porque el sufrimiento es algo tan íntimo que cuando pasa el luto de las apariencias, uno debe resignarse a combatir sólo y de por vida con sus miedos. Por no cansar. Por no aburrir. Por no darse mas importancia de la necesaria.
Hoy te escribo lúcido sin saber aún que desearte. Ya no cumples años y yo todavía no se hablar de ti en pasado. Ni en condicional. Ni de ninguna otra manera que atisbe algo parecido a que no vayas a volver. Y te tengo justo ahora a la izquierda de mi mesa en una foto. Y sonríes. Pero ya no existes. Por lo menos no de modo que pueda tocarte o escucharte. Sólo estás en mi cabeza y en mi pecho. Sólo porque te recuerdo. ¿Y si me olvido?, ¿y si algún día ya no te recuerdo?... sería ahí cuando ya no fueras nunca mas.
Entonces tengo la responsabilidad de mantenerte vivo.Yo, que no soy nadie, y resulta que ahora tengo el peso de mantenerte a flote en éste océano de olas que me embisten... desde que tu marchaste.
Hoy iré a verte. Y entraré al cementerio que me recibe con violines y fuentes. Y releeré los mismos nombres de oro, en las mismas lápidas de mármol. Y pisaré la misma fusca de los cipreses que te cubren desde hace ya demasiado tiempo. Y la Victoria de Samotracia me indicará que he llegado al punto de girar hacia la izquierda y reencontrarnos. Feliz cumpleaños o cómo sea que se tenga que llamar éste, otro día mas que no comprendo.
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