Leí en un antiguo cuento ruso como dos monjes estuvieron a punto de perecer intentando conocer la verdad que se encontraba bajo el poder de una pequeña deidad, de un derruido templo, de la parte mas alta de las montañas.
Tras horas de meditación ambos conocieron la identidad de la deidad, era la Señora de la Necesidad. Y tuvieron ambos que elegir el camino para llegar a la verdad. Uno a través de la negación y otro bajo la aceptación de que cada uno de sus actos no eran propios, si no motivados por la necesidad. El primero de los monjes al intentar ser libre por completo dejó de beber agua, ya que sabía que era una necesidad, dejó de comer, de andar... el segundo en vez, mientras seguía los rituales de la contemplación, hacía lo contrario. Si tenía necesidad de comer, comía, si necesitaba beber, bebía...
Tras un tiempo ambos se dieron cuenta del error de querer vencer a la necesidad. Uno por querer librarse por completo de ella, el otro por subyacerse hasta el extremo. Y comprendieron que la necesidad no es la que manda sobre nuestros actos. Tan solo registra lo que hubo. Pero lo que aún debe ser se hará por medio de nuestra voluntad.
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