viernes, 20 de julio de 2012

Noche de trincheras en el Barrio de las Letras.

   Volvía de tomarme algo al salir del trabajo. El centro de Madrid estaba lleno de manifestantes que habían salido a protestar contra los últimos recorte aprobados. Me detuve en el cajero de mi banco en la Carrera de San Jerónimo y al fondo, en dirección al Congreso, detrás de varios miles de manifestantes se intuían las luces azules del despliegue policial. De pronto la gente empieza a correr hacia Sol, huyendo. Yo también lo hago pero cuando me detuve volví como por inercia hacia donde se concentraba la gente. En ese momento la gente empieza a insultar a un coche de policía que dando marcha atrás intenta coger la calle Príncipe. Le llueven latas de cerveza y en ese instante decido darme una vuelta por el barrio para ver como está la situación en otros puntos.
   Primero me fui por la izquierda. Por Sevilla, baje por Alcalá e intenté dirigirme hacia el Congreso pero estaba cortado aunque apenas había gente, si, mucha policía. En la calle Cedaceros había un grupo reducido de manifestantes. Después lo intenté por el otro lado.Fui hacia Huertas y bajé por la calle Cervantes. En la esquina de ésta con la calle de San Agustín, me pare un rato a comprender el despliegue policial. Habían colocado una barricada con vallas, formando tres filas infranqueables. Detrás un grupo de unos cinco o seis policías y un furgón. Yo estaba parado frente a ellos escribiendo en mi Moleskine. Un turista nórdico le pregunta a un policía como puede llegar a su hotel que se encuentra dentro de la zona acotada. ¿Qué pensará sobre lo que está viendo?. Es tan frágil todo en ésta sociedad efímera que hemos construido. Una imágen o un suceso puntual pueden hacer que se tambalee toda la estructura de un pais. Ésta noche recuerdo las concentraciones en 2001 en Buenos Aires y las del 15M, aquí en mi barrio también. Solo espero que no pase nada grave. Éste tipo de estado policial salta por los aires cuando hay un muerto... y me acuerdo también de los disturbios de Paris y un par de años después los de Londres. Continúo por Cervantes y me adelantan un grupo de bomberos con camisetas azules y el mensaje "estamos quemados" en blanco. Llego hasta Neptuno y al lado del Palace se levanta otra barricada que impide cualquier acceso al Congreso desde el Paseo del Prado. Ésta ya me impresiona. Tengo la sensación de que en el Congreso se esconde el único culpable de la crisis que padecemos (¡cómo si hubiera un único culpable!) y la policía detiene como puede al pueblo para que no le ajusticie. En realidad seguro que el Congreso estaba vacío y a simple vista calculo cinco policías por cada manifestante. En total detrás de las vallas distingo unas ocho furgonetas, mas de veinte agentes alguno de ellos portando escopetas de pelotas de goma y también policías a caballo. Después de un rato me alejo hasta  el edificio de La Bolsa y también se encuentra custodiado aunque allí no hay manifestantes. En la esquina de la terraza del Hotel Ritz me detengo a observar como se eleva desde la barricada policial, la calle del congreso. Solo diviso luces azules, apenas si distingo el asfalto y   a mis oídos les sorprende el rechine de cubiertos y platos de la gente que cena tranquilamente en la terraza del Ritz. Ajenos a cualquier cosa que pase fuera, en el mundo de verdad.
    Desando mis pasos y me detengo de nuevo frente a la policía. Yo escribo y ellos me miran raro pero ahora tengo la sensación de que ésta noche gracias a Dios no ocurrirá nada. Vuelvo a pasar por Cervantes y está todo como antes, tranquilo. Me voy preguntando cuanto furgones policiales habrá en Madrid. Pero justo cuando llego a la altura de Echegaray la gente empieza a corrar. Parece que la policía a cargado y hay una chica herida. No sé muy bien si es por la carga o por las propias carrera pero el ambiente empieza a tensarse. Me encuentro con un antiguo compañero de trabajo que me cuenta que un bombero manifestante al intentar tirar una valla le ha roto el dedo a un policía. Por lo visto convencieron a los bomberos para que se fueran y en ese momento empezaron a cargar. La gente que me rodea es muy jóven y en un vistazo rápido cuento como hasta treinta chicos con la cara tapada. Dan instrucciones a los demás de donde se tienen que colocar y por donde hay que huir. El ambiente cada vez está mas tenso. Desde donde me encuentro empiezan a tirar latas y litronas a la policía y segundos después comienza otra carga. Después de varios amagos subo hasta la calle Príncipe y me encuentro entre dos barricadas de contenedores ardiendo rodeándome. Veo como el dueño de uno de los bares de la calle le recrimina a uno de los encapuchados el incendio de su contenedor. El incidente no pasa a mayores. Ahora todos los que estaban en Echegaray se concentran en la esquina del teatro Español. Suena la sirena de los bomberos que acuden a apagar los cubos  entre gritos de ¡esquiroles!, la policía va detrás de ellos y en la terraza del teatro hay unas veinte personas grabando y fotografíando la escena con sus i-phone. Hay también cuatro cinco reporteros gráficos y varios cámaras. Tras unos segundo, en cuanto los bomberos terminan de sofocar el incendio la policía sale de detrás del camión y empieza a cargar. Los chicos que se tapan tiran botellas y los policias (también tapados) esponden con pelotas de goma y fuego amigo. La gente corre despavorida por la plaza de Santa Ana donde   los extranjeros se encuentra ajenos a todo esto sentados en las terrazas de los bares. Han dado a otro chico que grita de dolor junto a la estatua de Lorca. La policía entra en la Plaza. Hay gente que corre hacia Huertas y otros hacia la plaza del Ángel. Los turistas se cobijan en los bares y restaurantes. Empiezo a tener la sensación de peligro pero igual sigo sin marcharme y escribiendo. Los policías se dividen en grupos tomando la plaza y tengo que salir corriendo hacia mi calle. Nada mas entrar en  Nuñez de Arce me topo con hasta tres barricadas de contenedores y un sofá presto a ser incendiados por los que se tapan la cara con sus camisetas. La policía se queda en la esquina de mi calle con el Hotel Reina Victoria. Los que han construido la barricada se colocan agachados detrás de los cubos, la gente que normalmente está en la calle se esconden en los bares, en los pubs, en el locutorio y en la pizzería. La policía empieza a cargar y yo corro calle abajo para llegar a mi portal sintiendo las pelotas de goma pasar a ambos lados. Llego al portal y no logro abrir la puerta, se me caen las llaves y la policía se adentra cada vez mas en dirección sol. Los que van tapados escapan por Álvarez de Gato y los policía levantan y apartan los cubos. Yo sigo en la puerta del portal sujetando con un pie la puerta por si se vuelve a liar. Después de unos minutos cierro, subo a mi casa y a través de un streaming consigo saber que las carrera y las cargas van por Jacinto Benavente y Tirso en dirección Lavapiés. Me calmo un poco. Me fumo un cigarro tranquilo y me acuerdo de varios de los motivos que tenía de pequeñito para ser periodista.
   

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