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Nadar si ropa y
notar el agua fría,
rozar libre cada palmo de su piel.
En la orilla, a contraluz,
unos ojos cómplices y
un cuerpo cómo el suyo,
abrumado por las horas
y los días.
¿qué importa el dónde y
el quién?
El amor, los cuerpos,
las edades y las horas
cómplices...
no tienen dueño,
ni tienen tiempos,
tan sólo son.
Cáceres-Lijó
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