Aunque el tiempo no acompaño, ciclogénesis explosivas incluidas, la ciudad cómo todas las que conozco me encantó. La primera idea no obstante que me viene es que es una ciudad preciosa pero abandonada. Cómo si hace un par de años huyera todo el mundo y se quedara cual ciudad de Umbrella (Residente Evil) aún así me gustó mucho. Comimos, andamos, bebimos buen vino de Oporto y personalmente me hinché a pasteles de nata (o de Belem) ¡¡qué ricos!!
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