Habita el alma en un buzón
sin noticias directas
de su propia esencia
pues respira del eco
enlatado de si misma
y sobre si misma
y para si misma
cómo la lluvia que se pierde
sobre el mar,
ya húmedo y calado
de siglos.
Habita el alma desde hace siglos
buscando su estrella
en un cielo
compacto y lleno de astros
cómo buscándose
a si misma,
en un desierto de arena
lleno de granos tan parecidos
a ella.
Y aún así,
aún siendo gota
zambullida en corrientes,
o estrella cegada
en la noche abierta,
o arena frágil
entre todas las arenas...
se sabe única y diferente.
Cáceres-Lijó
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