lunes, 9 de septiembre de 2013

Camino de ida y vuelta [eterno ya]


   Escribir. Tirar del hilo. Desenredar el ovillo de ideas que subyacen... que gotean, en uno de los hemisferios de nuestro cerebro. ¿Cuál? Es indiferente. Vengan de donde vengan las ideas, preceden a los actos. Previa decisión. Valoración sustantiva de los pros y los contras. Pro nuevos horizontes. Contra todo aquello que nos limita. Saber diferenciar los sueños de las ensoñaciones y luchar por ellos. No para conseguirlos. Simplemente por la veracidad de nuestros actos que buscan su máximo recorrido. En ocasiones no importa llegar. Simplemente es necesario recorrer cierta parte del camino. Puedes retroceder, puedes pararte y pensar, lo puedes maldecir... puedes hacer lo que realmente quieras porque la vida de ese camino, su principio y su fin, lo decides tu.

  Escribir. Tirar del hilo. Una manera como otra cualquiera de poner en fila de a una todas las ideas, las emociones, los miedos. Plasmar todo aquello que tu pensamiento va procesando, es la mejor forma de elegir que camino vas a tomar. Cuáles son tus miedos y cómo tienes que atacarlos. Qué formas tienen tus sueños y qué herramientas necesitas para modelarlos. Qué colores tienen tus sentimientos y qué lupa requieren para autenticarlos.

   Escribir, en suma, es la mejor de las terapias. Sobre todo si sientes el escribir como una necesidad básica mas. Como comer, respirar o hacer el amor. O cortarte las uñas. Algo natural. Algo habitual en tu día a día. Escribir porque lo sientes. Porque te sientes escritor y para serlo solo necesitas eso. Sentirte y sentirlo.

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