Tenías que llegar y llegaste.
Te fuiste y volviste porque tenías que volver.
Porque tenías que ser
en mi vida para que yo fuera,
y aunque a veces te vayas,
cómo las olas...
volverás.
Inmortal porque ya no solo serás
para siempre en ti,
ni yo, ni me recuerdo, ni mi alma,
morirá sólo porque ya no esté.
Porque la huella que dejamos
en el otro, al amar,
cómo el mar...
siempre permanece.
Cáceres-Lijó
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