
Creo que es ese tipo de cosas las que nos hacen buscar un camino paralelo. En la otra parte del mundo o simplemente a unos minutos de distancia. La vida es demasiado corta para vivir de una forma en la que no se quiere. Para mentirnos una y otra vez. Para esperar que las cosas cambien. Y nada cambia per se.
Claro que echamos de menos cosas de nuestras vidas pasadas pero si ya no son, es por algo. Quizá no aportaban lo suficiente. Quizá no supimos vivirlas y el tiempo se nos vino encima. Personalmente yo dejé olvidada en alguna tarde de verano mi capacidad de asombro. Pero por suerte años después de dejar mi larga adolescencia la recuperé. Igual que recuperé mis ganas, y todos mis sueños, y mis propósitos de no vivir una vida mas si no la mía. Y eso es innegociable. De no llorar por todo lo que he ido perdiendo porque eso me resta tiempo para agradecer lo que tengo y despertarme cada mañana con una inmensa sonrisa.
A veces es verdad que no estoy seguro de mis decisiones. A veces vuelvo a caer en mi vicios. A equivocarme de manera garrafal y vuelvo a estropearlo todo. Pero no importa las veces que me caiga. O las que me desanime. O las que le sea infiel a mis principios. Porque volveré a ellos con mas fuerzas si cabe. Porque vivo desde dentro hacia afuera, de verdad. Y lo que recojo del mundo que me rodea, lo hago mío y me hace grande. Y porque hace mucho tiempo aposté a vivir y tengo el futuro todo para mi. Como un inmenso lienzo en blanco, como un libro interminable por escribir. Que solo tiene un título y un argumento. Mi vida. Y para el que solo existe un tipo de final. Final feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario