Una mirada tan limpia e ingenua. Un niño con síndrome de Down (horrible traducción literal) que juega con su padre al borde de una piscina. Es feliz. Siente el cariño y lo devuelve con creces. El es feliz... entonces por qué nosotros le miramos con lástima.
Igual que cuando voy de mañana a trabajar y me cruzo con una niña, feliz como el de antes, y su madre. A veces voy con desgana, sin fuerzas para luchar contra tantas cosas que no entiendo. Pero la veo a ella y la ternura que desprende e inevitablemente sonrío. De vez en cuando va ella sola porque seguro que ya sabe ir en autobús sin que la ayuden. Ella no lo sabe pero solo cruzármela antes de entrar al trabajo hace que mi día cambie. Hace que comprenda que tal vez mis problemas no sean tan graves y a lo mejor me esté centrando demasiado en lo que no me interesa.
Síndrome de qué... ¡guapos!
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