Hoy que ya no es hoy y por eso no merecemos fecha alguna, te escribo sin escribir, sin tinta, ni papel. Debía avisarte con mi presencia que hace ya mucho tiempo que no me desvelas en el sueño. Quizá ni siquiera sueño. Y tu mejor que nadie sabes que un escritor sin sueños no es nada, quizá un escriba o un redactor de sucesos en el periódico local de un pueblo abandonado.
Siento asaltarte así, directo y frío. A ti, que deberías darme los sentimientos que hagan traspasar las letras inertes de un papel a las venas y a las palpitaciones de quién me lea. ¡Tu eres quién no puede permitir que se sequen los bolígrafos y amarilleen los folios! Pero no lo haces, y siento ser así, directo y frío. Repetitivo. Monotema. Aburrido. Todo lo contrario a creativo.
Antes venías tras cualquier lectura. Te podía ver, cuando callado observo el mundo que me rodea. Y juntos íbamos inventando la historia a partir de un rostro, una manos, una sombra... ¿Qué te pasa? Parece que te dejo atrás cuando te creo tan imprescindible. Y no sé cómo alimentar tu espíritu que intuyo en caos cómo mi propia existencia. Querida inspiración creo que es hora que pongamos las cartas sobre la mesa. Que tengamos un cara a cara. Que nos sentemos en el quicio de una pluma gigante y comencemos de una vez por todas a crear. Yo te prometo constancia pero júrame que no habrá un sólo folio mas en blanco. Yo leeré hasta que se me nublen las horas y escribiré hasta con mi sangre si es necesario pero muéstrame la verdad de mi naturaleza y déjame que huela ya el laurel, inconsciente, de la corona de mi más íntimo universo.
Por favor, no hagas que pierda la fe en ti. Aunque empiezo a pensar que escribir se parece mas a un puesto de funcionario que al de un artista. Y si tengo que ponerme horarios por lo menos ven a hacerme compañía.
Espero verte pronto, de verdad. Y seguir con nuestro idilio tan felino cómo ineludible. Te espero en el lugar de siempre presto a desnudarnos. A trabajarte. A perseguirte y soplarte.
PD: vuelve y me harás volver
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