domingo, 18 de noviembre de 2012

La realidad siempre supera a la ficcón

   La realidad, su realidad, no era mas que el resultado de toda una vida de mala suerte. Aún así su cara no mostraba rencores, ni sus palabras odio. Contaba una a una sus desgracias con la encantadora ternura de alguien que mereció siempre mas. Y sólo cuando se refería a lo que le hubiera gustado vivir y no vivió, endurecía su rostro.

   Enamorada desde muy niña de alguien que no le convenía. Un tipo que guardaba en secreto todo lo que ella detestaba. Y que supo jugar al embuste con ella, escondiéndose cartas en la manga de la camisa. Pero el tramposo siempre pierde. O porque le pillan, o porque confiesa. Pero los vicios no se ocultan eternamente. Ella que pasó el noviazgo llena de ilusiones. Luchando contra la feroz oposición de su madre -¡qué intuiría su madre!- , desconociendo la doble vida de su amor y cerrando fuerte los puños para crear un hogar que no se deshiciera como el suyo. Por tener una vida llena de cariños y atenciones, y abnegarse por entero ella a él, cómo soñaba.

   Pero cuando uno duda... y se lo puso en bandeja. Antes, justo la noche antes. Ella le pidió una confesión, una certeza para acabar con todo o para unirse para siempre... pero él la engañó. No tuvo agallas para reconocer que era mas débil que sus miedos. No tuvo valor para sincerarse y la condenó a vivir una vida que no se merecía.

   Hubo boda. El día mas feliz. Con lo que había soñado siempre. Y viaje romántico para recordar por los restos. Pero al volver a Madrid un pollo asado de domingo, descubrió todo lo malo. Y el tipo que prometió se desdijo. Botellas de whisky, ron, vino... cartones de tabaco... y con desfachatez le espetó a ella un -...así te enamoraste de mi, con mis vicios. Y así tendrás que quererme...-. Y ella sintió morir. Se le pararon todos los relojes. En unos minutos se dio cuenta de que el amor acababa de irse para siempre. De ahí en adelante todo fueron intentos y parches. Mentiras sobre mentiras. Hipoteca sobre hipoteca para salir adelante. A ratos él aseguraba haber dejado todo atrás, a ratos las deudas y el desencanto se multiplicaban. Pero ella tenía dos problemas. El primero... que lo amaba profundamente. El segundo que no contaba con el apoyo de nadie. Sus padres se había separado, la madre no aceptaba a su marido y a ojos del resto de la familia y los amigos eran una pareja ejemplar. Los trapos sucios se lavan en casa - se dijeron. Y tenía que tragarse las ganas de llorar para seguir teniendo fuerzas para cambiarle.

   Decidieron tener un hijo. Cómo tantos, pensando en que así se solucionarían las cosas. Y al principio muy bien pero como cada vez, al poco volvía a las andadas. Ella se veía cada vez mas sola, cada vez mas desenamorada y ahora con un bebé que sacar adelante. Muchos problemas, mas deudas, mas de todo lo que ella detestaba y fueron a por el segundo. Y después de otro repunte, otra vez comenzó a sentirse sola, mas desenamorada y con dos niños que cuidar. Y se volcó en ellos. En darles amor por los dos aunque el ni siquiera lo sintiera. Todo el día por y para sus hijos. Como una esposa que enviuda pero en éste caso con el marido durmiendo en la habitación de al lado.

   Se pasó toda una vida intentando cambiar a alguien que ya se había entregado por entero a los errores. Alguien temeroso y ruin que no le había dado mas que tres cosas por las que estar agradecida: su primer hijo, su segundo hijo y los papeles del divorcio... Y aún así ella sonreía.

   "A veces intentamos cambiar el cauce de la vida, cómo jugando a cambiar los límites de un río a nuestro antojo. Pero al final el agua incontrolada nos pasa por encima, por debajo, por los lados... y nos damos cuenta que la vida se nos escapa. Nos sobrepasa."

                                                                                                 Cáceres-Lijó

1 comentario: