Es la puerta del sinlencio que se abre con Paganini.A modo de rezo con su violín en do de pésame.Los caminos van abriéndose en plazas sin risa,sin niños jugando,sin abuelos paseando anque éstos moran abarrotando los espacios por centenas.
Todo está en calma y a la música clásica la envuelven los cipreses y gorriones que viven en donde ya,todos descansan.
Me impone el blanco luminoso del mámol,las estatuas de granito,los oros de letras,fechas y jarrones,y me duelen las flores de plástico amarillentas.De 8 a 3,horario de oficina.Como guiño macabro del tiempo que te pone los reencuentros a la altura del trabajo.
Estás tan lejos.
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