sábado, 7 de mayo de 2016

Gato, gato pero de bellota: Valencia de Alcántara

   Mi pueblo, es pequeño. No tiene las cosas a las que estoy acostumbrado en mi día a día. Yo, que soy un urbanita. De esas personas que se sienten seguras cuanto mas gente hay. Que ha vivido y sobrevivido en los madriles desde que naciera. Allá por el 84.

   Mi pueblo ya no tiene cines. Ni grandes tiendas. Ni miles de personas yendo y viniendo las 24 horas del día, de aquí para allá. Ni tantísimos coches. Ni Corte Inglés (antes para una ciudad eso significaba prestigio). No tienes grandes comunicaciones. Ya no. Antes, cuando era pequeño, pasaba el tren que iba de Madrid a Lisboa. Recuerdo aquel mensaje por la megafonía del vagón cuando nos acercabamos a la estación... "próxima parada Valencia de Alcántara, último pueblo de España". A mi me parecía maravilloso. Lo siguiente ya era Portugal. El extranjero, aunque para mi nunca significó mas que lo que había al lado de mi pueblo, donde los dulces y las sabanas, el bacalao y los helados de marca rara.

   Mi pueblo ahora, no tiene grandes cosas. No como antes. Viven la mitad de personas que cuando mi padre era un niño. Esas cosas me las ha contado toda la vida. Su vida. La vida que tenía el barrio de la estación, ahora desierto, desde que los trenes poco a poco se olvidaran de aquella ruta que unía el chotis con el fado. Antes, cuando había fronteras en Europa. Mucho antes cuando aún vivía aquel señor bajito con voz de pito, obsesionado con saludar al sol. El pueblo. Mi pueblo. Vivía en ebullición. La frontera significaba mucho para los negocios. Legales e ilegales. También me cuentan como la Guardia Civil y los contrabandistas, repartían el tiempo en perseguirse y jugar la partida y los vinitos. Así como estipulado. A la hora del aperitivo, jugaban al mus, bebían vino y comían. Por la noche unos eran perseguidores y otros perseguidos.

   Entonces si había cine. Empezaban a llegar los primeros televisores, a casa de los ricos. Y algunos coches. Venían los extranjeros de turismo a Portugal y pasaban y praban en mi pueblo. El turista, y aquí se veía como al actor de cine. Venían en technicolor cuando España aún se veía en blanco y negro.

  Mi pueblo, en cambio, tiene cosas que quizá mi subconsciente si que admira. Tiene naturaleza alrededor. Por todas partes, abrazándolo. Tiene campo, aunque no se viva de él como antes. Por donde pasea feliz el cerdo ibérico. Tiene corcho y esos colores maravillosos que en Madrid si quiera te los imaginas en el Retiro. Como reducto y pulmón de algo vivo, que no sea hormigón o ladrillo. Y la sierra. Y Portugal... todo muy verde. Y los canchos... siempre me encantaron esas rocas redondeadas por el tiempo. Con sus musgos y sus líquenes. Columpios naturales de infancia.

   Tiene mi pueblo mucha historia y eso va impregando en el ambiente. Desde los dólmenes hasta el barrio judío. Un nombre de orígen árabe y romano, y una iglesia en donde una vez se unieron España y Portugal, mediante una boda.

   Tiene tranquilidad y muchos bares. Tiene respeto y saludos a cada paso. Gente que se conoce de toda la vida y quizá de antes. Tiene tradiciones. Los mayos, las cruces, el patrón, las procesiones y todas las asociaciones donde los de aquí viven de maravilla.

   Yo que soy urbanita, lo repito, a veces aquí me teletransporto a otras epocas. A novelas costumbristas. Donde el guión no cambia. La politica y el clero. Los señoritos y el servicio. El campo....

   De lo que mas me gusta es lo limpio que está. Aquí  si se cumple lo que decía Ghandi... "si todo el mundo limpiara la puerta de su casa, el mundo estaría mas limpio". Además aquí  se hace bien de verdad. Me he fijado que en Madrid, la gente limpia la puerta de su casa pero tira la mierda o a la carretera o a los lados, y que los demás se apañen.

   Pero sobre todo aquí hay algo por lo  que los de Madrid pagamos lo que sea... la comida. Aquí  se come de verdad. Porque las cosas vienen del campo de "pallí abajo", y todo el mundo sabe lo que compra y a quién lo compra. La verdura, la fruta, los cereales y la carne. Todo de aquí y todo se aprovecha. Como se come aquí madre. La prueba de cerdo, el frite, el bacalao, el jamón, el queso, las morcillas, el lomo, los higos... ¡cómo se come aquí!

   De Madrid pero también de Valencia de Alcántara.






- www.valeciadealcantara.es

lunes, 2 de mayo de 2016

Bridegroom


    No voy a contar mucho sobre este maravilloso documental para que os ocurra lo mismo que a mi al verlo. ¿De verdad es tan difícil de comprender? Son dos seres humanos amándose. Ya está. "Todos con independencia de su raza, orientación sexual, creencia, dinero... todos necesitamos ser felices. Todos necesitamos amar y sentirnos amados".